Después del Futuro/بعد المستقبل/After the Future

ARTifariti 2016: 10º Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sáhara Occidental

PAISAJES INVISIBLES

Saray Pérez Castilla en colaboración con Ana María Lozano

 

La instalación Paisajes Invisibles, nos sumerge en un territorio desconocido no perceptible en el ratio de nuestra mirada occidental, a la problemática del Sáhara Occidental. El contenedor espacial del espacio expositivo, se convierte en el paisaje de territorio, de frontera, que bajo un lenguaje minimalista y desmaterializado nos invita a recorrer la experiencia sensible de la invisibilidad, del no lugar, de la supuesta no identidad y su memoria.

En la instalación que da título a la muestra la artista nos materializa el “Muro de la vergüenza”, escenario de la desfragmentación de la memoria cultural, de la identidad cultural, pero aun así de la permanencia del  paisaje perceptivo del pueblo Saharaui en este no-lugar de los Invisibles, generando estos dos territorios. Invisibilidad que contrapone, con el paisaje de sus voces, de su memoria en estos cassettes analógicos que nos invitan a interactuar, a vivir sensaciones y a introducirnos en lo desconocido, a trabes de lo conocido, pero conscientes de habitar.

Paisajes Invisibles forma parte un proyecto que están desarrollando conjuntamente la artista colombiana Ana María Lozano Rivera (1988) residente en París y la artista Saray Pérez Castilla en los campamentos de refugiados Saharauis de Tindouf (Argelia) iniciado en 2015. Con el objetivo de visibilizar la invisibilidad del  paisaje, su memoria, producto del colonialismo y la catastrófica “Marcha Verde” (1975) que desdibujó la identidad cultural  y nos acerca hasta la deslugaridad actual de los “Campamentos de Refugiados Saharauis” (Tindouf, Argel) 40 años después.

Paisajes Invisibles, comenzó a gestarse no como un proyecto artístico al uso, sino como una incursión con metodología artística en la casuística antropológica del Sáhara Occidental y de los Refugiados Saharauis.

Un proyecto que ahonda en las cartografías sensibles de los sentidos en especial en el de la “audición” a través de la voz y la memoria de sus sabios (Deyars) que habitaron el paisaje pasado (Sáhara Occidental – Transición), paisaje presente y anhelan el paisaje futuro; aglutinando la narración libre de los Deyars y su cartografía mediante el enterramiento simbólico de estas cápsulas del tiempo en el desierto de la Hamada donde se emplazan los Campamentos de Refugiados Saharauis en Tindouf (Argelia). Porque como bien dice el geógrafo Eduardo Martínez Pisón parafraseando a Unamuno, hay necesidad de almacenar paisajes en el corazón, pero no cualquier paisaje sino los que producen estados de conciencia.

27º   29′   26.739″

07º   49′   24.018″

TEXTO DE LA EXPOSICIÓN :

PAISAJES INVISIBLES – Plataformas técnicas por una memoria común

Jose Iglesias Gª-Arenal

La población del Sáhara Occidental está rodeada por un doble muro. Su exilio en los campamentos argelinos y las agresiones que sufren en su tierra ocupada por Marruecos no están marcados exclusivamente por el muro de adobe y minas que divide su tierra, sino, sobre todo, por el muro informativo que les rodea. Un muro invisible que impide dar a conocer una situación insostenible, hija de la colonización española y que desde hace 40 años divide un pueblo por la mitad y lo somete al olvido. Este muro comunicativo impuesto desde Marruecos y sus aliados internacionales debe ayudarnos a entender que la opresión al Sáhara Occidental no solo afecta a las generaciones que sobreviven en el desierto argelino o bajo la ocupación marroquí, nos afecta a todxs al forzar el olvido de las culturas nómadas que componen la memoria de la cultura saharaui.

 

La violencia que el aislamiento del Sáhara Occidental ejerce contra la memoria de un pueblo vincula su causa a una lucha internacional (planetaria nos corregiría Carla Lonzi) contra el olvido de nuestra tradiciones y las relaciones con el territorio físico que habitamos, y contra el neoliberalismo, un sistema social, económico, político basado en la reducción de lo público, de los espacios, materiales y conocimientos comunes. La situación del Sáhara Occidental es un ejemplo radical del gran mal de nuestro tiempo: la expropiación y destrucción de los saberes que pueden empoderarnos, recobrando una relación común con la tierra que habitamos. Vivimos un proceso forzado de desterritorialización, en una caída libre que nos deja sin puntos de referencia, asideros culturales para reconducir nuestro camino.

 

En respuesta a esta violencia surgen, desde muy diferentes campos, iniciativas por la recuperación de lo común. Desde los desarrollos de software libre hasta las luchas contra la privatización del agua, pasando por ejercicios de arquitecturas colectivas o iniciativas individuales dedicadas a recuperar la memoria de nuestro pasado siglo. Desde líneas muy diferentes hay una búsqueda de las ‘plataformas técnicas’ necesarias para reconstruir los espacios de lo común.

 

El proyecto que Saray Pérez Castilla y Ana María Lozano Rivera han comenzado a desarrollar en el contexto de los campamentos de refugiados en Tindouf se sitúa en estas líneas: la recuperación de una memoria al borde del olvido. La grabación de los conocimientos que algunos de los sabios saharauis (los deyars) quieren compartir es una actividad necesaria, fundamental para no olvidar una cultura al borde de la extinción. Pero lo más interesante del proyecto de Paisajes Invisibles reside en el modo en que las artistas plantean los diálogos con los deyars, su acercamiento a la información como un material poroso y sensible, un intento de desarrollar espacios de sensibilidad común, una necesidad por erotizar la vida cotidiana. En su último trabajo, el filosofo italiano Franco ‘Bifo’ Berardi, analiza el modo en que nuestra epidermis (nuestra estética, nuestra relación sensible con el mundo) se ha transformado a raíz de la aceleración del intercambio informativo. El desarrollo de una comunicación profundamente ‘técnica’, basada en códigos únicos, está sustituyendo una comunicación que parte del error, de la diferencia y la multiplicidad de sujetos parlantes. En un dialogo con diferentes códigos lingüísticos es necesario buscar apoyos sensibles, gestuales, matices, atender a los detalles y mirar lo que se pierde por el camino, desarrollar tiempos propios.

 

El acierto de Paisajes Invisibles reside en pararse en estos detalles: plantean un registro profundo de la memoria saharaui y un mapeo del territorio físico que ha sido recorrido por los nómadas durante siglos, pero a la hora de acercarse a los deyars realizan un giro estético. Las entrevistas están fundadas en una mirada hacia los materiales, de este modo elementos que habitualmente suelen pasar desapercibidos, como la grabadora, toman importancia. Durante todo el proceso (aun en desarrollo) recorriendo las diferentes jaimasde los deyars Pérez Castilla y Lozano Rivera han utilizado únicamente una vieja grabadora de casetes. Este ejercicio anacrónico pretende  salir del impulse ultra tecnológico y buscar otros tiempos, otros modos de adecuar el cuerpo al lenguaje.

 

Parte fundamental del proceso es el acto de enterrar una copia de las grabaciones en una capsula cerámica construida específicamente para este momento, objetos de gran delicadeza y fragilidad. Para marcar el lugar donde la capsula de memoria queda enterrada (plantada en palabra de las artistas) construyen, junto a grupos de jóvenes saharauis, un pequeño montículo con piedras y cintas de colores, un instante de juego y placer visual y sensible. Es importante esta relación de la memoria y la escucha con el placer, lo que está en el fondo de las inquietudes de las artistas es construir espacios de información común basados en el deseo. Crean, de este modo, cartografías sensibles con las que mirar nuestro paisaje, tanto el físico que nos rodea como el temporal.

Por supuesto el proceso no es un ejercicio reaccionario anti-tecnológico. Una segunda parte de Paisajes Invisibles es la base de datos digital en la que están trabajando, donde se volcaran todas las grabaciones de los deyars y que servirá para seguir mapeando el territorio saharaui, derribar el muro informativo y bloquear parte de la violencia virtual marroquí (son notables las campanas del gobierno de Marruecos en las que recluta jóvenes para hacer campaña política online por la “marroquinidad” y contra la identidad territorial saharaui).

 

Nuestra relación con el espacio, nuestro movimiento de distanciamiento y cercanía con el lugar donde situamos los pies, y las tensiones que se crean con las construcciones digitales que habitamos está en un momento de gran inestabilidad. La metáfora de la caída libre es totalmente acertada, nos faltan asideros y puntos de referencia, físicos y culturales, desarrollar plataformas desde donde proyectar otras formas de entender la información, los datos culturales que compartimos. Trabajos como Paisajes Invisibles se mueven en esta dirección, son la base de los futuros espacios mutantes que habitaremos.

TEXTO: SARAY PÉREZ CASTILLA

TEXTO PAISAJES INVISIBLES – PLATAFORMAS TÉCNICAS POR UNA MEMORIA COMÚN: JOSE IGLESIAS Gª-ARENAL

http://www.afterthefuture.care/paisajes-invisibles.html